Editorial
La reducción de la plantilla de limpieza de Palma y la falta de liderazgo del alcalde Hila y su equipo llevan a la ciudad a ser la más sucia de España.
En el año 2022, el Ayuntamiento de Palma, liderado por el alcalde socialista José Hila, anunció la reducción de la plantilla de barrenderos y conductores de maquinaria de limpieza, lo que provocó la preocupación de los ciudadanos y comerciantes sobre el estado de mantenimiento de la ciudad. En septiembre y octubre de ese mismo año, la Empresa Municipal de Limpieza (Emaya) despidió a 160 barrenderos interinos y fijos discontinuos, a pesar de las continuas quejas sobre el pésimo estado de mantenimiento de la ciudad.
La reducción de la plantilla de limpieza es una medida equivocada y ha demostrado ser catastrófica para la ciudad de Palma. La falta de acierto en la gestión de la limpieza llevó a la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) a clasificar a Palma como la quinta ciudad más sucia de España en 2022.
Pero la situación no ha mejorado en absoluto desde entonces. Hace unos días, la OCU publica otra encuesta que clasifica a Palma como la ciudad más sucia de toda España. Esta deshonrosa posición es una demostración del fracaso de la gestión de la limpieza en la ciudad, la cual ha sido afectada por decisiones equivocadas, falta de liderazgo y compromiso por parte de los líderes locales.
Gobierne quien gobierne a partir del 28 de mayo deberá tomar medidas urgentes y efectivas para abordar esta situación y garantizar que la ciudad recupere su imagen y reputación como un destino turístico de primer nivel. La falta de inversión y gestión en la limpieza de la capital de Mallorca es inaceptable y no sólo afecta a la economía local, sino también a la calidad de vida de los ciudadanos y la experiencia de los turistas.