El reciente ataque perpetrado por Hamás ha dejado al mundo en shock. Las palabras del Presidente de Israel, Isaac Herzog, resuenan con un dolor y una gravedad que no se pueden ignorar: «Desde el Holocausto no habían sido asesinados tantos judíos en un solo día». Esta frase, cargada de historia y de un dolor que aún sigue vivo en la memoria colectiva, nos recuerda que la humanidad no puede permitirse repetir los errores del pasado.
El Holocausto es uno de los episodios más oscuros de la historia humana. Millones de judíos fueron exterminados por el simple hecho de ser judíos. Y ahora, en pleno siglo XXI, nos encontramos con escenas que nos recuerdan a ese pasado sombrío: «mujeres, niños y abuelos judíos, incluso sobrevivientes del Holocausto, siendo metidos en camiones y llevados en cautiverio». Es inaceptable que, después de todo lo que hemos aprendido como sociedad, sigamos siendo testigos de actos tan atroces.
El salvajismo con el que Hamás ha actuado no tiene parangón. Adoptando y replicando tácticas brutales propias de grupos como ISIS, han demostrado una falta total de humanidad. «Entrando en casas civiles en un día santo y asesinando a sangre fría a familias enteras. Jóvenes y ancianos. Violando y quemando cuerpos. Golpeando y torturando a sus víctimas inocentes: judíos, musulmanes y de otras religiones». Estas acciones no solo atentan contra Israel, sino contra toda la humanidad y los valores que defendemos.
Es fundamental que la comunidad internacional se una en una condena unánime contra estos actos de terror. No se trata de política o de territorio; se trata de defender la dignidad humana y de proteger a las personas inocentes de la barbarie.
Israel tiene el derecho y la obligación de defender a sus ciudadanos. Y, aunque es cierto que en cualquier conflicto hay matices y complejidades, no podemos perder de vista la naturaleza de los actos cometidos por Hamás. No podemos permitir que el odio y la violencia se normalicen.