El juramento de la Constitución por parte de la princesa de Asturias, Leonor de Borbón, representa uno de los actos más emblemáticos y solemnes en la historia contemporánea de España. Sin embargo, las sonoras ausencias de varios socios en los que Pedro Sánchez busca apoyo para asegurar su estancia en la Moncloa, envían un mensaje claro sobre sus intenciones y alianzas políticas, poniendo de manifiesto la incertidumbre de un gobierno que podría estar dispuesto a pactar con grupos que no respetan la integridad y la unidad del país.
Es irónico que Sánchez, quien lidera en funciones una nación que tiene en la monarquía uno de sus pilares institucionales, busque el apoyo de partidos que abiertamente desprecian y rechazan a la Corona. Su necesidad de apoyarse en grupos como Sumar, Podemos, ERC, Junts, EH Bildu, BNG y PNV, quienes han decidido no asistir a la ceremonia, resalta la frágil base sobre la que pretende cimentar su gobierno.
Las excusas y argumentos presentados por estos grupos, que van desde ideales republicanos hasta rechazos ideológicos de la monarquía, son un reflejo del divisionismo y la falta de respeto hacia la unidad nacional. La postura del PNV, que cuestiona la naturaleza misma del acto por considerarlo una negación al reconocimiento nacional vasco, es otro ejemplo de la desunión que parece estar en el corazón de estos posibles socios de gobierno.
Más preocupante aún es que Sánchez parezca estar dispuesto a formar alianzas con estos partidos con tal de mantenerse en el poder. Las críticas de los conservadores, que señalan la peligrosidad de estas uniones y la falta de respeto a la arquitectura constitucional, no son infundadas. Las ausencias en un acto tan significativo revelan un posible futuro en el que los pilares fundamentales de España podrían estar en juego.
La situación deja en entredicho la solidez de un posible gobierno formado por el PSOE y una amalgama de partidos que, al parecer, no respetan la Constitución ni la unidad de España. Las alianzas políticas deben construirse sobre la base del respeto y la integridad nacional, no sobre conveniencias efímeras que pongan en riesgo la estabilidad del país.