El reciente otorgamiento de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes a la Obra Cultural Balear (OCB) por parte del gobierno de Pedro Sánchez ha desatado una tormenta política que trasciende los límites de la mera celebración cultural. Este acto, más que un mero reconocimiento a una entidad cultural, parece ser un símbolo cargado de significados políticos y controversias, reflejando las profundas divisiones en la sociedad española respecto al nacionalismo y el separatismo.
Por un lado, la decisión del Consejo de Ministros, liderado por el ministro de Cultura Ernest Urtasun, de incluir a la OCB entre las 37 personalidades e instituciones premiadas este año, se ha presentado como un homenaje a su labor en la promoción de la lengua y cultura catalanas en Baleares. Sin embargo, no se puede ignorar el trasfondo político que acompaña a esta organización, conocida por su apoyo al movimiento independentista catalán, especialmente durante el turbulento período de 2017.
El hecho de que la OCB haya sido financiada en parte por la Generalitat de Cataluña y haya premiado a figuras controvertidas del independentismo catalán, como Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, pone en cuestión la neutralidad del premio. ¿Es este un reconocimiento a la cultura o un sutil aval a una agenda política específica?
La respuesta de Jorge Campos, diputado de Vox, es un claro indicio del malestar que esta decisión ha generado en ciertos sectores. Al calificar el premio como un «pago a los golpistas», Campos no solo critica la concesión de la medalla, sino que también pone en evidencia la polarización política de España. Este tipo de reacciones sugiere que la cultura, lejos de ser un terreno neutral, se ha convertido en otro campo de batalla político.
En contraste, Francina Armengol, presidenta del Congreso y ex presidenta del Govern balear, ha celebrado el galardón como un merecido reconocimiento a la labor cultural de la OCB en las Islas Baleares. Este punto de vista, aunque válido, parece pasar por alto las implicaciones políticas de apoyar a una entidad con fuertes lazos con el movimiento separatista.
En conclusión, el premio a la OCB no es solo un reflejo de la riqueza cultural de las Islas Baleares, sino también un espejo de las tensiones políticas que vibran en el tejido de la sociedad. Este acto simbólico revela cómo la cultura puede ser instrumentalizada para propósitos políticos, y cómo las decisiones en este ámbito pueden tener repercusiones que van más allá del arte y la cultura, llegando a tocar las fibras más sensibles de la política nacional.