Tras el trágico asesinato de David Pérez Carracedo, uno de los guardias civiles caídos en Barbate durante un enfrentamiento con narcotraficantes, el Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se vio envuelto en una situación tensa en la capilla ardiente organizada en honor al fallecido en la Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona.
Según informes de fuentes presenciales recogidos por Vozpópuli, la viuda de Pérez Carracedo impidió al ministro otorgar una medalla póstuma al difunto, mandándolo «a tomar por culo» y solicitando su salida de la capilla ardiente. En un emotivo pero cargado momento, la viuda expresó que no diría lo que pensaba del ministro frente a sus hijos, quienes estaban presentes en el lugar. David Pérez Carracedo, de 43 años y padre de dos niños de 6 y 9 años, había acudido temporalmente a Barbate para combatir el narcotráfico, siendo residente de Sarriguren (Navarra).
La tensión en el recinto llevó al ministro a retirarse de la Comandancia de la Guardia Civil y a optar por no asistir a la misa en honor a David Pérez en la Catedral de Pamplona, según las mismas fuentes. Este episodio se suma a las críticas que Grande-Marlaska ha enfrentado en las últimas horas, con asociaciones clave de la Guardia Civil y la Policía Nacional exigiendo su dimisión inmediata.
El contexto se enmarca en la polémica generada por el calificativo de «éxito» atribuido por el ministro al operativo de seguridad en el Estrecho, apenas horas antes del trágico suceso. A pesar de las crecientes presiones, Marlaska ha afirmado su firmeza en el cargo, destacando el compromiso del Gobierno en la lucha contra el crimen organizado y rechazando la posibilidad de dimitir. «El Gobierno lleva cinco años implementando los medios materiales y personales necesarios y lo seguirá haciendo», declaró Marlaska en una declaración reciente, reafirmando su determinación en el Ministerio del Interior.