Observar el último miércoles, aunque puede ser cualquier otro día, los debates de control al Gobierno da vergüenza ajena. Sin lugar a dudas, es la representación fidedigna del deterioro institucional, social y político de España y aunque podríamos pensar que no puede ser más alto, aún vendrán fechas en las que este deterioro aumentará si Dios no lo remedia.
Las sensaciones que produce ver a Sánchez defenderse de tanta corrupción, de tanta traición y de tanto escándalo atacando a Ayuso son difíciles de adjetivar, sin embargo deja claro la poca vergüenza, la desfachatez, la nula ética y moralidad de la que el Presidente hace gala con el resto de su Gobierno aunque ello ha quedado más que demostrado en su acción de Gobierno.
Uno podría pensar que un Presidente que ha pactado con los terroristas que nos asesinaban, y que ha cambiado 7 votos de un rebelde golpista para seguir siéndolo y con ello romper el estado de derecho y la igualdad de todos los españoles ante la ley, no tendría fuerza moral para dar lecciones, pero Sánchez pretende ocultar todo esto con Ayuso lo que resulta de una ignominia y un despropósito absoluto.
La cuestión del compañero de Ayuso será lo que la justicia, si aún queda, dicte, pero poner al mismo nivel todo lo que está afectando a Sánchez, a su esposa y a su Gobierno, traición tras traición, una corrupción tras otra y otra, etc., deja patente que este Gobierno se sitúa en niveles dictatoriales donde los criterios de ética, moralidad, democracia y justicia son aquellos que el PSOE y su amado líder, Sánchez, ha dispuesto.
Esta es la España y la democracia que hemos alcanzado y construido y lamentablemente creo que todos somos un poco responsables. ¡Enhorabuena!