Como marca la tradición en la Unión Europea, este próximo domingo, en la madrugada del sábado 31 de marzo al domingo 1 de abril, los relojes se adelantarán una hora, pasando de las 02:00 a las 03:00, dando así comienzo al horario de verano. Este cambio, instaurado durante los años 70 en respuesta a la primera crisis del petróleo, con el objetivo de ahorrar energía aprovechando mejor las horas de luz natural durante los meses estivales, ha sido una constante en la vida de los europeos desde entonces.
Sin embargo, esta práctica, que inicialmente se adoptó como una medida de ahorro energético, ha sido cuestionada en los últimos años por diversos sectores que argumentan su escasa o nula efectividad en la actualidad. El debate sobre la utilidad de cambiar la hora dos veces al año ha estado presente en las discusiones de las instituciones europeas, pero hasta ahora, no se ha llegado a una conclusión definitiva ni se ha adoptado una decisión para poner fin a esta costumbre.
La iniciativa de la Time Use Initiative, un grupo de expertos en la materia, resalta la importancia de este tema y lo propone como un punto crucial para los partidos políticos en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, previstas para el 9 de junio. Consideran que es una oportunidad de oro para que este asunto sea finalmente abordado en los programas electorales, con la esperanza de que la próxima legislatura tome una decisión al respecto.
La crítica hacia el cambio de hora se fundamenta en varios argumentos, entre ellos, la duda sobre la efectividad real del ahorro energético que supuestamente proporciona esta medida. Además, estudios recientes sugieren que el cambio de hora puede tener efectos negativos en la salud de las personas, afectando su ritmo circadiano y, por ende, su calidad de vida.
La práctica de adelantar y atrasar los relojes parece estar en un punto de inflexión. Aunque todavía es un tema pendiente en la agenda europea, el creciente debate y la presión de grupos de expertos como la Time Use Initiative podrían catalizar un cambio en la política horaria de la Unión Europea. La pregunta que muchos se hacen ahora es si este cambio de hora será uno de los últimos, anticipando el fin de una era que comenzó hace más de cuatro décadas como una solución a una crisis energética, pero que hoy día es vista por muchos como una anacronía en la sociedad moderna.