En medio de una economía ya tambaleante por la pandemia, la ministra de Trabajo Yolanda Díaz parece empeñada en añadir más obstáculos al camino de la recuperación. Su propuesta de intervenir en los horarios de los restaurantes ha generado una ola de críticas y preocupaciones en el sector empresarial y político, con razón.
La última iniciativa de Díaz, que pretende forzar a los restaurantes a cerrar más temprano, ha sido recibida con indignación por parte de la patronal de la hostelería. Y no es para menos. ¿Por qué debería el gobierno entrometerse en decisiones que deberían corresponder al libre mercado y a la autonomía empresarial? ¿Acaso no confía en la capacidad de los dueños de restaurantes para gestionar sus propios horarios según la demanda y las necesidades del mercado?
Es especialmente preocupante que Díaz pretenda imponer esta medida sin tener en cuenta la opinión de los principales afectados: los propietarios de restaurantes y sus clientes. ¿Acaso la ministra considera que sabe mejor que ellos qué horarios son adecuados? Es una muestra más de la arrogancia del poder político al intentar imponer su voluntad sobre la realidad empresarial y social.
La polémica ha alcanzado incluso el ámbito político, con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, defendiendo enérgicamente los horarios de la hostelería española. Y no le falta razón. La vida nocturna de España es reconocida en todo el mundo y contribuye significativamente a la economía y al empleo. ¿Por qué deberíamos renunciar a este activo tan importante por capricho de unos pocos burócratas?
La patronal de la hostelería ha señalado acertadamente que la diversificación de modelos de negocio, como aquellos que combinan restaurante con espectáculo, están en alza y generan empleo. ¿Por qué entonces el gobierno debería entorpecer este tipo de iniciativas con regulaciones restrictivas?
En un momento en el que la economía necesita más flexibilidad y dinamismo que nunca, las propuestas de Yolanda Díaz solo pueden verse como un obstáculo más en el camino hacia la recuperación. Es hora de que el gobierno deje de interferir en la libre empresa y permita que sean los propios empresarios y consumidores quienes determinen los horarios más adecuados.